domingo, 21 de agosto de 2016

La alta fidelidad sólo está en los animales

¿Alguna vez te has sentido solo? Este post va dedicado a todas aquellas personas que por un instante cerraron los ojos y tuvieron una sensación de soledad tan intensa que sólo podían preguntarse ¿qué he hecho mal?
Y es que siempre se dice que siempre hay un roto para un descosido, y creemos que es verdad, al fin y al cabo incluso las personas que peor nos caen tienen amigos y familia en quien apoyarse. Pero resulta, que todos al menos una vez en la vida nos hemos sentido solos. Algunos autores diferencian la soledad física, que es aquella que hace que nos sintamos solos físicamente, por ejemplo, cuando vivimos lejos de nuestra familia y amigos y eso nos impide realizar actividades placenteras con ellos, y al soledad emocional, esta es la peor de todas, es aquella que hace que nos sintamos solos. Pueden darse independientes, puedes estar lejos de alguien pero sentirle cerca. Creo que todos estaremos de acuerdo en que cuando peor te sientes es en la soledad emocional, cuando crees que si te pasase algo poca gente o ninguna se preocuparía, cuando sientes que no importas a casi a nadie. Y es que hace poco leí en una artículo que la mayoría de nuestras amistades no son corresponderías. Unos autores realizaron un experimento social donde preguntaban a estudiantes sobre su nivel de amistad entre ellos, descubrieron que más de la mitad de ellos no sentían lo mismo los unos por los otros. Si analizas la información, a casi la mayoría de las personas nos ha pasado que alguien nos ha fallado, que creíamos que actuaría de determinada manera, que estaría ahí para nosotros en un momento concreto, y resulta que no ha sido así. Sabemos que de adolescente la amistades se creen para toda la vida, y que a medida que vas creciendo tu círculo de confianza se vuelve cada vez más pequeño, lo sabes, y lo aceptas, pero aún así, cuando alguien desaparece, cuando alguien te falla, te duele, te duele en lo más profundo del corazón y es ese momento en el que cierras los ojos y te sientes solo. Porque con todo lo sabemos, ¿qué impediría que te volviera a pasar? Con la edad nos volvemos más y más desconfiados, porque muchas personas nos han hecho daño, porque sientes qué tú sí has estado para ellas, pero ellas han fallado.  Sin embargo, esto es recíproco, probablemente de todas las personas que has perdido alguna será por tú culpa.
Es de humanos equivocarse, y es de buenas personas reconocerlo. La comunicación es el arma más poderosa que tenemos, y si alguien nos falla, a veces estamos tan dolidos y tan solos que nos olvidamos de hablar, como si de un hermitaño en una lejana montaña se tratase. Por eso, piensa que si alguien se distancia de tí, igual ha sido sin querer, pero probablemente le hayas fallado en algún momento, piensa en lo mal que te sentiste tú cuando eso te paso, y ayudala a recordar cómo se habla, porque si no, tú estarás bien, pero ella no, y la habrás vuelto a fallar. Porque si todos nos hemos sentido solos, sabemos lo perdidos que estamos en ese momento. Si desapareces de su vida, será un borrón para los dos, si desapareces de su vida, todo aquellos momentos que pasasteis juntos no valdrán para nada, y la desconfianza crecerá en los dos lados de tablero haciendo olvidar aquellos aprendizajes conjuntos. Si perdemos a las personas, es porque nuestro orgullo es superior a cualquier otro sentimiento, y eso hace que volvamos a sentirnos solos una y otra vez, con menos confianza, y mas solos física y emocionalmente. Así, llegaremos a ser personas mayores, olvidando las palabras, y con relaciones tan superficiales que sólo la familia podrá ayudarnos, sabiendo de sobra que perdimos a otra familia por el camino. Al fin y al cabo, de momento se nace y se muere solo, pero tú vida será mejor sí cuando naces todos sonríen, y cuando mueres todos lloran.

Recuerda, fallar es de humanos, arreglarlo es de grandes humanos. Si alguna vez te sentiste perdido, sé el mapa que ayude a alguien a encontrarse. Con la experiencia que tenemos, sabemos cuales son las señales de esto, no cierres los ojos, desempolva tus gafas, y se el bastón para caminar juntos. Demuestra que sí estás ahí, la pelota está en tú tejado.

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